Seguimos sin entender el significado del libro hebreo. hemos traducido la tercer parte de la obra denominada “inudaciones”. a continuacion tendran el relato ya editado y luego inundaciones. pedimos disculpas por la demora de la segunda obra. recordemos que son 3. es que la segunda obra tiene mas de 100 paginas y es el verdadero vinculo entre la primera y la segunda. a pesar de representar diferentes generos se unen en una sola historia.
EL VIRUS DE LA HISTERIA DE NUTRICION
LOS ACONTECIMIENTOS SON FICTICIOS AL IGUAL QUE SUS PERSONAJES.
Escrito en la fría noche de TEL AVIV
2009
POR SARAH GELB
CON AMOR PARA TI MI AMADO
Santiago Parral bajaba del avión a las 1300h del lunes 5 mayo proveniente de Francia. El aeropuerto se desbordaba de personas que querían viajaban al exterior. Parado en el centro del hall del aeropuerto las veía, desesperadas tratando de conseguir un boleto de ida a donde fuere.
Dos hombres de negro se acercaron a él y se presentaron como agentes de investigación nacional. El auto mercedes Benz oscuro, con vidrios ahumados los esperaba. Se dirigieron hacia el este. Santiago ni siquiera tino a mirar en dirección a Montevideo. El automóvil llego a una estancia en Canelones a 30 kilómetros de la capital camuflada entre los eucaliptus, carpas militares y los pocos tanques y helicópteros del interior con los que contaban.
Al bajar, el jefe del departamento de investigaron y el comandante del ejercito nacional le daban la bienvenida.
El interrogatorio comenzó amable. Luego de las preguntas de rutina la conversación se torno hostil, cuando sobre la mesa de aluminio cayo un diario estudiantil que había sido encontrado en una de las carteras de las estudiantes. En la portaba del diario se veía la imagen de una mujer mayor, canosa, destrozando una computadora con una silla. Santiago lo conocía, él lo había escrito hacia ya veinte años atrás. El titulo de ese ejemplar era “la nutrición causa histeria”. Santiago trato de explicarles que no tenia anda que ver con las estudiantes asesinas, que ni siquiera las conocía, pero su defensa no fue tomada con credibilidad y no tuvo otra opción que colaborar en todo en lo que se lo requiriera.
Al salir de la estancia se dirigió a la casa de Marcelo zapatos como le ordeno el jefe de inteligencia y el general de ejercito nacional ubicada también a las afueras de la ciudad.
Marcelo lo recibió arqueando las cejas, el abrazo fue de eterno placer y de un beso en la frente por parte de santiago.
Marcelo no estaba informado sobre las causantes iniciales del virus, y tampoco conocía a las estudiantes. Santiago comprobó lo que pensaba. Las autoridades estaban confundidas. Era un error. El virus había sido causado accidentalmente.
Por la mañana Santiago desayunaba junto a Marcelo y su hermosa familia. Las líneas de teléfono y celular habían estado desconectadas desde el primer día. El celular de Marcelo sonó. Corrió a su habitación, era Leticia, su compañera de carrera y miembra de directiva. Marcelo quedaba atónito con la boca abierta al escuchar a Leticia decirle que se encontraba en el hospital de clínicas desde hacia dos días. En pleno caos y ataques de histéricos virosos había perdido su celular. Marcelo era el contacto telefónico que la compañía le otorgaba para llamadas gratis infinitas. Ella no había sido atacada a pesar que sabían de su presencia. Sin embargo la multitud de estos en todo el hospital la estremecía como para tener la idea loca de salir. La comunicación se corto. Marcelo trato de llamarla y la contestadota automática decía “al celular que esta llamando se encuentra apagado o fuera de cobertura. El celular de Marcelo vuelve a sonar y esta vez contesta ansioso.
“Señor zapatos, escuchamos su conversación, les pedimos a usted y al señor Parral que se dirijan a la estancia de investigación nacional”.
Al llegar observaron un movimiento intenso en toda la estancia. Les comunicaron que partirían vía aérea a media noche . El general se negó rotundamente, no pondría en riesgo la vida de dos civiles. Santiago extorsiono al jefe de inteligencia tomando toda la responsabilidad por no colaborar si se lo requería. El general lo amenazó con llevarlo ante la justicia. Santiago le digo que no tenia nada que perder. El general se dio cuenta que Santiago estaba en lo cierto.
A las 2300 hs Partieron con los únicos helicópteros con los que contaban.
Al llegar a la zona del hospital un helicóptero se separo del resto dirigiéndose a la azotea del mismo, mientras los otros 4 hacían de teros a 500 metros del hospital. 2 de esos helicópteros fueron derivados por la armada de virosos, los otros 2 se mantenían en el aire mientras el quinto aterrizaba en la azotea.
Santiago, Marcelo, y cuatro soldados bajaron con cascos-linternas, y todos armados. Se dirigieron a la escalera de caracol, al llegar al piso 15 dos soldados apagaron sus luces. Los otros dos se detuvieron, los iluminaron, y sonaron los disparos. Santiago y Marcelo apagaron sus luces y corrieron. Los soldados virosos prendieron nuevamente sus luces pero ya no estaban para apuntarles, aún recordaban el lugar. Llegaron a la puerta de la escuela y comenzaron a gritarle a Leticia. La puerta se abrió y una mano los chupo a los dos.
A santiago se le vino todo a la cabeza. Leticia había su amor imposible en toda la carrera, y sin que ella nunca lo supiera, su partida a Francia había sido en parte por ella. Ahora su adrenalina fluía como adolescente en primavera.
Luego del golpe de haber visto a Leticia, escuchó a Marcelo, que se quejaba del olor. Leticia los llevo al laboratorio que hacia 15 días se había inaugurado. Las cuatro estudiantes yacían en el piso, en pleno estado de descomposición. Santiago comenzó a vomitar, y Marcelo salio del laboratorio lo más rápido que pudo con Leticia. Ella ni siquiera se había tenido el coraje de tirar los cuerpos por el balcón y prefirió oler a los cuerpos pudriéndose minuto a minuto antes de tocar a uno de ellos. Los llevó hacia el departamento de alimentos, donde se desprendía el mismo olor. Las cuatro docentes asesinadas por las estudiantes a golpes de caño de tubería yacían también en el suelo.
Santiago y Marcelo taparon sus fosas nasales y sus bocas y tiraron los cuerpos desde el balcón de la cantina de nutrición.
Santiago fue el primero en despertarse. El ruido de la ciudad le hacia pensar que había sido una pesadilla. Pero inmediatamente veía a su lado y se encontraba a Leticia y Marcelo. Se asomó por la ventana del piso 13. La ciudad estaba en pleno movimiento, las calles ya estaban limpias de cuerpos y prácticamente los destrozos ya no existían, las personas caminaban en forma habitual, los ómnibus y taxis estaban llenos, y las camionetas escolares repletas. Al mirar hacia la derecha observó una tanda de camiones, escavadotas, tractores, obreros, y personas que observaban vestidas de traje como si fueran arquitectos. Al mirar a la izquierda ceca del parque Batlle, se poda ver como pintaban la fachada de un restaurante. Dentro del parque las personas paseaban a sus perros.
Al comenzar la tarde Golpearon la puerta. Santiago se asomo por la rendija de la cerradura. A dos metros de la puerta se encontraba inmóvil uno de los virosos. Tenía la piel pálida, ojos rojos, pelo canoso, y los dientes relucidamente blancos. Comenzó a gritar, pero no se acercaba a la puerta. Pronto se sumo uno mas, y luego otro, hasta llegar a diez los virosos enfurecidos frente a la puerta de la escuela sin atravesarla. Leticia les pregunto que querían, por que están haciendo todo eso. Los virosos respondieron que ellos tres eran inmunes, y que merecían morir.
Santiago admiraba a Leticia mientras ella comía los sándwiches en una de las mesas de la cantina. Pensaba que no había cambiado en nada, aún tenia esa vergüenza en su mirada, las mejillas rojizas, todavía comía de forma lenta como esperando que se lo prohibieran. Como estudiantes santiago siempre había estado pendiente de ella, siempre observándola, sin decir nada.
Despertaron, ya era el cuarto día en el hospital, El agua había sido cortada. Solo contaban con medio bidón de la cantina. El día anterior Marcelo había sugerido ir por agua a uno de los otros pisos, pero santiago y Leticia no estuvieron de acuerdo.
Sin poder ni siquiera lavarse la cara ni los dientes, los 3 se reunieron en una de las mesas. Las hipótesis eran varias y todas sin sentido. Las conexiones no existían, pero los virosos estaban, al igual que el diario de Santiago. Media ciudad contaminada, la otra mitad inmune, prácticamente muerta, salvo por los que pudieron escapar.
Marcelo, sin poder dormir, fue el primero en asomarse a la ventana, “santiago, ¡están muertos! Si, mira, están muertos”, y se escucharon las sirenas provenientes desde el este. El jefe de investigación nacional bajaba de su limusina. La ciudad estaba limpia, pero cambiada.
El nuevo censo tras las los decesos de los todos los virosos y de las personas asesinadas desato que ningún habitante era obeso ni estaba en sobrepeso. Todos los sobrevivientes se encontraban en peso adecuado.
Santiago se colocaba su saco antes de partir hacia el aeropuerto, y antes de apagar la televisión una nutricionista grado 5, canosa, casi anoréxica y con dedos nerviosos decía “si, tenemos que prevenir el sobrepeso y la obesidad a través de los correctos hábitos alimentarios, no sea cosa que nos volvamos nuevamente unos virosos histéricos”
Inundaciones
LOS ACONTECIMIENTOS SON REALES. LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES FUERON CAMBIADOS.
Por Sarah Gelb
TEL AVIV
2009
Escribo estos versos, que han salido de mi corazón, de mi razón. Son el resultado y el homenaje a un gran amor, tan grandes como el cosmos y tan pequeño como la sabia de las hojas, pero siempre existente.
Me miraba y se reía. Al comienzo no entendía si se burlaba por algún motivo, o si eran los nervios que la provocaban a verse tan bella. Le hable.
Nuestros inicios fueron en el molino de Pérez, ahí, sus ojos verdes me inundaban entre la gramilla y las canteras, me hablaban, se reían como de costumbre, y le decían a su boca que besara a mi boca. Su amor fue el amor de mi vida, me lo concedió sin condiciones, la pureza de nuestro amor era un contrato que no necesitábamos firmar más que con un “te quiero”.
En esos días éramos estudiantes de nutrición, dos almas perdidas que nadaban libremente por la ciudad, abrazados, felices, sin pasado reciente.
Nos gustaba caminar desde el hospital Manuel Quintela hasta Blanes y Ramírez. Atravesar el parque con nuestras manos fundidas, o bien mi brazo posado muy suavemente en su hombro, con su beso en mi mejilla. Llegábamos a dieciocho de julio y me gustaba que la miraran mientras ella ni se daba cuenta por tener esa manía de colocar sus ojos en mi. Cuando entrábamos a su edificio a veces hacíamos el amor en las escaleras, apurados, asustados por la vecina “antenas de saeta”.
Su dormitorio estaba separado del departamento, en el patio del fondo de la planta baja. Era pequeño, caluroso, con un baño sin agua, que en el momento no nos importaba. Los días de enero quemábamos más de 600 calorías amándonos. Ella subía las escaleras hasta la cocina del departamento para traerme algunos bocadillos y dos litros de agua sin gas.
En las tardes libres íbamos a la plaza del parque Rodo, caminábamos, y a veces no nos percatábamos de todo lo que caminábamos con el síndrome del amor. Ese amor que luego fue total. El día de mi cumpleaños veinticinco la invite a casa por primera vez, estaba muy emocionada, con sus ojos brillosos, felices de saber que la había aceptado completamente en mi vida. Desde ese momento comenzamos a estar más unidos, dormíamos en mi cama de una plaza tres o cuatro veces por semana. Yo la acompañaba a la parada del ómnibus por la mañana, en la tarde nos encontrábamos en la escuela de nutrición, y nuevamente ella me preguntaba si podía quedarse otra noche más.
Este amor se fue sin aviso. Por mucho tiempo trate de comprenderlo, de saber el motivo. Todo fue en vano menos para el tiempo que gozo viendo como se me iba la vida queriendo entender algo que nunca iba a entender.
La fractura fue enorme para los dos. Leticia perdió parciales y exámenes, se estanco en la carrera. La veía muy poco por el piso 13, y cuando la veía me daba cuenta de todo lo que la quería, su mirada era triste, pedía piedad, no verme más. Por un tiempo no la vi, hasta que un día apareció, con unos diez quilos de mas, su mirada era de tristeza.
Pasaron los meses y Leticia decidió dejar la carrera, seguir trabajando para ver como le iba en la vida.
Perdí todo contacto con ella. Tres años sin verla hasta ayer. Estaba hermosa, reluciente, se notaba en su caminar que había vuelto a ser la misma de siempre. Cabeza en alto, riendo, inundando praderas como antes. Fue un momento de 30 segundos que me cegó hasta el día de hoy que comencé a escribir. Ella no me vio, e igual me inundo.
Estos son los versos, a ti, Leticia, con todo mi amor.
Te has reído de mí
Porque he comido manzana
Aprovecha este receso
Es el ultimo día que payaso soy
Voy a comerte viva y
No me entiendas mal
Quiero besarte en el parque
Y quiero una sonrisa de postre
Tienes novio, lo se
¿Acaso el te quiere?
¿Si?
Tendré que esforzarme
Eres muda de apariencia
Eres soprano en mis ojos
Me los astillas, me dejas ciego
De tanta belleza que voy viendo
En ese momento Leticia termina de leer la carta,
Me mira, y esta vez, termina por dejarme completamente ciego.
He criado ardillas en tu ombligo
Aún no admites que te gustan
No, nadie me lo contó
Lo supe al ver tu vientre
Te cosquillean cuando caminas
Y provocan una sonrisita en ti
No, te juro que nadie me lo contó
Fue pura intuición lo mío
Tienes miedo de rascarte tu vientre
De lastimar a tus ardillitas
Si, ya se que te agradan
Lo supe cuando vi tu vientre
Las ardillitas lo van moldeando
Te mantienen en excelente forma
Si, vi tu vientre ayer
Cuando levantaste tu blusa
“es un buen lugar para nostras”
Y seguí el consejo de mis amigas.
Por primera vez luce bien
El cementerio del buceo
Su parada la ilumina dios
Y estas vos, esperándome
Son las dos de la mañana
Tus amigas ya se van
Te Reis, te sonrojas, me saludas
Y decidimos caminar
Clapton lo relata igual
“maravillosa esta noche”
De enero que nos acompaña
Solo tu voz rechina a las estrellas
Tu voz es baja y aguda
¿Será así toda la noche?
Creo que no me acostumbrare
Pareces una niña de diez años.
A las estrellas les duelen sus oídos
Deciden partir antes de tiempo
En este momento no me importa
Quiero besarte ahora, lo merezco
He sido más fuerte, que las mismas estrellas.
Nuestras primeras miradas crearon el Big Bang
Con el comenzó la expansión que muchos dudaron
Hasta q la verdad lo humillo
Los sentimientos nacieron uno a uno
Se crearon las caricias, los besos, las ansias
De pronto la fuerza se descubrió,
Nos mantenía en plena armonía y paz
No somos el centro Leti, pero estamos vivos.
Se que el universo en algún momento morirá
Pero tenemos toda una vida.
Cuando me miras
Yo nado por tu río
Por tu sonrisa que me inunda
Desprolija hasta en eso
Que no pide permiso
Solo ríe cuando me ve.
Y viene viene con fuerza
A nutrir las raíces
Que hasta hace poco secas estaban
Ahí por tu río
Luego de tanta agitación
En mi hombro como charquito
Inmóvil, nutriendo mis raíces
Y esta feliz, y estoy feliz.
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¿Podes fingir tu amor
En días que me extrañas?
¿Podes hablar sonriendo
Cuando tenes mi media risa?
¿Comer tus pastas favoritas
Cuando hay algo nuevo que probar?
¿Podrás?
Creer en todos tus idiomas
Aparte de nuestro primer “hola”
¿Podrás?
¿Creer en la falsa publicidad
De algún tonto engreído y burdo?
¿Y tus ojos podrán con los días
Que me imaginan llegando?
¿Y florecer en cada primavera
Como yerba buena para otro?
¿Volver a vibrar con una piel
Que te torture y sea solo para vos?
¿Podrás?
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Se han rotos los espejos
Con tu aguda voz
Se han quemado los focos
Con tu aguda voz
Se han cortado los teléfonos
Se han ensordecido las estrellas
¿Queda algo?
¿Queda alguien?
Hagamos el amor.
La niña de tu alma
¿Donde esta?
Las inundaciones de tus ojos
¿Donde han ido?
La frescura de tu risa
¿Por que se apago?
El amor que me tenías
¿Por que murió?
¿Donde están?, ¿ha donde se han ido?, ¿por que?, ¿por que se pago tu risa?, y dime la verdad, ¿murió el amor que me tenias?
Tu boca son piedras que golpean mi cabeza
Secas, sin musgos, son rocas secas
Eso es tu boca en mi cabeza.
No te hagas la distraída
Ni mires hacia el costado
No me vengas con fachadas
Que sabes de mi joven belleza
De mi desesperación viril y agitada
Ven abierta como orbita con tus brazos
Atráeme y no me dejes ir
Usa tu boca como piedras
Párteme la cabeza, Déjame inmóvil.
Tus brazos son una orbita
Que mantiene mi naturaleza en armonía
Que cuando quieren me atraen
Y soy incapaz de escapar
Tus brazos son orbitas
Gobernadas por tu corazón
El gran dios del universo
Que hoy en día, se nos porta bien.
El camino ha envejecido
Tiempo hacia que no lo veía
Ni siquiera me ha reconocido
Creo que está viejo y cansado
Tal vez sea que no quiere saludarme
Y este enfadado porque no la he traído
Si es así, no creo que me pueda perdonar
Era parte de su vida como de la mía.
Tal vez ya no tenga patitos como los tuyos
Ni perfume que desafíen a los eucaliptus
La mirada tierna que haga florecer
Que viniera con susurros que lo hicieran renacer.
El camino no tiene flores en primavera
Todas han sido pisoteadas por palomas
Que se burlan del camino como del amor
Que se aprovechan de los vencidos para comer.
Me culpara toda la vida por esto
He matado lo más hermoso de su tarde
Y a cambio le he traído palomas
Que ahora me miran mientras camino.
¿Me acompañas?
¿Me acompañas?
Tengo un camino lleno de higueras
Con sus frutos verdes
Quiero probarlos ya
Quiero probarte ya
¿Me compañas?
Tengo el mar casi en frente
Es cuestión de abrir las persianas
Quiero que lo veas
Quiero verte a la mañana
¿Me acompañas?
Quiero reírme de las palomas
Con sus sentidos desorientados
Quiero que envidien
Quiero que sufran
¿Me acompañas?
Será solo un par de minutos
Mientras que te beso
Prometo dejarte
Prometo no volver
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Las cortinas permanecieron cerradas
La luz entro por el mismo lugar de siempre
Iluminando la cama con vos echada arriba
Tal vez alguna nube hacia parpadear a los rayos
Y eras vos, estabas vos, eras vos en ese momento
El amanecer desde la luna.